Un poco de la biblioteca más que familiar, personal.
Mis abuelos, el papá de mi mamá y el papá de mi papá, eran grandes amigos mucho antes de ser consuegros. Compañeros en la Facultad de Medicina de la UNAM, tenían pacientes y empleadores en común, un sinfín de intereses afines (aunque ambos le iban al América, nadie es perfecto).
Entre otras, tenían un increíble interés por la Lengua Española, al grado que fundaron la Asociación Mexicana Para la Defensa del Lenguaje, siendo ellos los dos únicos miembros1. Miles de notas, cartas y apuntes dan fe de la no poca actividad que había en dicha asociación. Me es muy fácil imaginar las reuniones de tal asociación alrededor de una mesa de dominó, carcajeándose con los chistes que (me consta) tan bien sabían contar, con los dos invitados del momento a la disertación lingüística en cuestión (léase: la reta del dominó).
Ninguno está ahora, mas que en miles de recuerdos propios, ajenos y compartidos. Y aunque tristemente no registro ninguna conversación entre los dos, sus palabras las guardo cual enciclopedias. De mis conversaciones con cada uno de ellos me nació la imagen que uno hablaba como si trazara con un pincel fino las palabras, del otro aprendí el gusto e importancia del hablar correcto2. Fue hasta años después que llegué a darme cuenta que lo que ellos hacían, cada uno a su manera era tejer artesanalmente las palabras.
El chiste es que ahora, tras empacar lo que quedaba en casa de mi abuela, me topé con este libro, con su respectiva dedicatoria. Regalo de mi abuelo Humberto a mi abuelo Oscar.
Mi querido amigo Don Oscar […]:
Si la palabra es la cabalgadura del pensamiento,(*) este libro es una buena silla taraceada para hacer cómodo el viaje.
México D.F. a 21 de mayo de 1970.
(*)Pedro Berruecos
El libro en cuestión es la decimonovena edición del Diccionario de la (aún en aquel entonces respetable) RAE.
Lo que sí me quedo para mí, es la nota que escribió en la página donde aparece la palabra “taracear”, gran guiño entre dos genios amigos.
—
1: No conozco qué tan seria o formal era la constitución de esta Asociación, pero lo investigaré, igual y hasta se podría continuar…
2: Mi florido lenguaje, es cortesía de la vida misma, de nadie en especial.
Recordar qué también cambiaban de presidente de la asociación cada año… un año y un año jeje
Y antes de terminar de leer el post, ya había ido yo a la RAE-online para buscar el significado de “taracear.” Un día me tendrás que contar de ese guiño.
Qué buen momento con esto!
Si reorganizas la Asociación, cuenta conmigo y seguro que con muchos más.
Yo Merita
Me imagino perfecto a estos dos hombres disfrutando de esas charlas cual caballeros con sus espadas de cultura.
Y por tus venas corre esa noble sangre.
Muy interesante historia personal 😉
Tus letras me hicieron recordar a mi abuelo. No fu una persona educada pero fue un gran hombre y sabes lo extraño. Creo que tu debes sentir lo mismo.