
Al oeste de Oslo, el Frogner Park alberga una colección permanente de esculturas del artista noruego Gustav Vigeland. La obra de Vigeland abarca desde los trazos, los puentes sobre los estanques y arroyos, la herrería de las rejas, pero lo más importante (e impresionante) son las esculturas.
La mayoría de las esculturas fueron esculpidas en granito y muchas fueron hechas in situ (la casa del artista está dentro del mismo parque, hoy es su museo), incluida la obra monumental que es el obelisco al centro de la plazoleta, hecho de un monolito de granito de varios cientos de toneladas, tomó más de 14 años acabarlo. Este obelisco corona el parque. Son 121 figuras humanas escalando entre sí para alcanzar el cielo. Y aunque por mucho el obelisco es la escultura más monumental, cada escultura que rodea la plazoleta expresa algo en particular; representa algún sentimiento o interacción humana como odio, resignación ante la muerte, inocencia, curiosidad, juego.
Ese día fue de muchos museos y alguno de ellos abierto al aire libre por lo que apenas llegué al parque con el último rayo del sol… a las 4pm. Es enorme, es decir unas 45 hectáreas, por lo que no importe cómo llegues, tienes que caminar un buen rato para llegar a la plaza principal. Tras una pequeña disputa con una horda de turistas japoneses (los peores), me pude poner a tomar fotos con calma, pero ya había muy poca luz, por lo que no conseguí tantas como me hubiera gustado. Se queda como una de esas experiencias que son casi sólo para mí.
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