Cada año espero las últimas semanas de octubre con ansia para la Carrera Panamericana. Desde hace cuatro años empecé a ir como prensa1, originalmente como invitado de TAG Heuer uno de los patrocinadores fuertes del evento, pero las últimos dos ocasiones me han contratado como fotógrafo oficial de la marca consiguiendo de esta forma uno de los mayores logros personales en fotografía: publicar tres fotos en el New York Times.
Este año todo se estaba armando tan lento que me dio miedo no poder ir con ningún equipo, a mediados de septiembre buscaba algún cliente, a principios de octubre nada estaba dicho y al final, dos equipos querían exclusividad; TAG Heuer y Valkyre Racing. Y así, con mi socio en producciones, MC, nos lanzamos a la aventura.
A diferencia de años pasados, esta ocasión el banderazo de salida fue desde Tuxtla Gutiérrez en vez de Veracruz, una carretereada de casi 10 horas, un poco más intensa que las 5 al puerto. Eso sí, creo que nunca había pasado esa carretera de día y tiene segmentos super chidos, especialmente pasando Coatzacoalcos cuando entras a la selva y no importa la hora (era medio día) la neblina baja acompaña el paisaje.
Tuxtla Gutiérrez, si no tomamos en cuenta la lejanía, es una gran sede y con importancia histórica dentro de La Carrera, las etapas de warmup y calentamiento fueron totalmente nuevas sobre la carretera libre hacia San Cristóbal.
Ya en el tramo de competencia nuevo, por la Ventosa, es impresionante circular una media hora rodeado de parques eólicos y el mar unos kilómetros más al sur.
Oaxaca no necesitaba ninguna presentación, la magia que envuelve la ciudad nos dio la bienvenida como siempre, con sus mezcales, su Santo Domingo lleno de color, su increíble café, su Casa Oaxaca y una de las sedes más impresionantes para la tradicional cena diaria de La Carrera (junto con Zacatecas): el salón principal del hotel Quinta Real.
Transcurrían los días de carrera con menores incidentes, los propios de un evento de este tamaño. Pasamos por el Tehuacán con su espectacular recibida, el DF y una multitud expectante en la Alameda, Morelia con su siempre complicado Mil Cumbres que cobró al menos dos coches (sin heridos) y una sorpresa al ganar la sección el Dodge de los Cervantes para posteriormente llegar al centro en medio de un recibimiento increíble.
Todo iba acorde a lo planeado hasta Cuitzeo (día 4) donde mi coche se quedó sin clutch. Varios equipos de la competencia me ofrecieron ayuda, desde remolque hasta arreglarlo, incluso me tocó ir con Benito Guerra a comprar las piezas en Guanajuato. Al final, por varias razones lo tuve que dejar y seguir como pudiera hasta Durango. Obviamente el día iba para llorar, pero todo mejoró cuando me tocó dar la vuelta por Guanajuato en el coche 115, que aunque no estaban cerradas las calles, Hilaire dejaba espacio para poder hacer valer (y escuchar) los 600HP de la criaturita que manejaba (video en proceso).
Ya sin coche, tuve que ir buscándome la vida entre diferentes medios de transporte entre Guanajuato y Zacatecas para terminar en Durango, y esto resultó en experiencias muy chidas. La primera fue ir como invitado en una patrulla de la Policía Federal, y luego como navegante de uno de los coches de intervención durante el último día de competencia, incluido el Espinazo del Diablo y la llegada a Durango. Además, mientras La Carrera circulara por Durango, el patrocinio de la oficina del estado estado proporcionó un helicóptero para cubrirla. El piloto estaba muy pinche loco pero era una eminencia, desde el puente El Baluarte, donde por lo general no hay forma de detenerse por falta de acotamiento, pudimos pararnos un rato y grabé esto…
Imágenes desde el teléfono
La liga a la galería oficial al final del artículo…
De años pasados
Cada año trae gente nueva a La Carrera, desde prensa, equipos, pilotos y gente del staff por lo que aunque no es empezar de cero, es volver a abrir varios caminos. Menos mal, la gente de prensa de siempre (Manuel, René, Elena, Bea, Pepe, Rana, Jeremy, Sean, Graham y los impronunciables nombres de los checos) hacen que esto sea muy fácil agarrar ritmo y en esta ocasión… qué buen ritmo de esta carrera.
Aunque tengo que aceptar que sí extrañé a Erik e Isabelle, Jerome y Caroline, las dos tripulaciones con las que trabajé el año pasado, esta ocasión Hilaire y Laura fueron increíblemente chingones, grandes personas (con quienes nos debemos unos whiskies) y por el otro lado, Renee y Roberto, quienes tuvieron un inicio muy complicado por un accidente en la etapa de calificación pero regresaron para arrancar de la Ciudad de México acabando sin mayores contratiempos en Durango.
Sin tanto sentimentalismo… o el trabajo que fui a hacer
Dejo acá una galería con más de 150 fotos organizadas por bloques y una explicación más imparcial de lo que es la carrera.
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1.- acá algunos artículos de 2012, 2013 y 2014 respectivamente