WRC Rally México '14

Del 5 al 9 de marzo, se llevó a cabo el WRC Rally México (primo de la Fórmula1, ambos regidos por la FIA).
La organización del evento se llevó las palmas no sólo por los espectadores sino que equipos, pilotos y dirigentes mostraron estar felices con el evento.
En esta edición además, Benito Guerra (Jr.) consiguió el mejor puesto que algún mexicano haya alcanzado en la categoría mayor del WRC al terminar en un increíble sexto lugar.

 
#1  Sebastian Ogier en una rápida visita al D.F.

 
#2  La presentación del equipo VW en el D.F.

 
#3  El equipo Ford alineado en el Service Park en Leoón

Además, mi más sincero agradecimiento a Andrea, Eugenio, Bonnie, Alexis y toda la banda de la organización del evento. Bien lo dijo Luis Moya, el Rally México, gracias a su gente, ha sido por muchos años referente en profesionalismo, innovación, calidad y diversión.
[post con 35 fotografías]


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La «suerte» necesaria para tomar una buena fotografia


El llamado Bang-Bang club es un grupo de fotógrafos de guerra que trabajaron al final del gran conflicto sudafricano derivado del Apartheid. Con el mismo título hay un libro escrito por Greg Marinovich y João Silva que da origen a una película (también) con el mismo nombre: The Bang Bang Club [imdb].
Es una buena película, pero entre otros muchos, hoy me acordé de este diálogo, que usando el extremo de fotografía de conflicto me ayudó a dejar bastante claro mi punto.
En un bar en Johanesburgo están discutiendo Ken Oosterbroek (importante fotógrafo sudafricano) y un tal Jimmy, acerca del recién anunciado premio Pulitzer para el joven fotógrafo (también sudafricano) Greg Marinovich por una crudísima foto de un hombre ardiendo mientras es muerto a machetazos (si hay vícera suficiente, foto aquí).

Jimmy – ¿Sabes, él no sabía qué era? Esuché que tuvieron que explicarle qué era un Pulitzer. [Se ganó el premio por] Pura suerte. Pregúntame, Ken. Te lo digo: simple y sencilla suerte.
Ken – Sí, Jimmy. Sólo tienes que tener la suerte de estar a 3 metros de un hombre ardiendo1. Por suerte, estás a sólo medio metro de un vato con una navaja, lanzándote cuchilladas a la nuca2. Y claro, tienes que tener el ojo clavado en el visor de la cámara3, ¿correcto? Revisas la apertura, una apertura para tomar una pared de fuego4, ¿estamos? Entonces mi buen, cuando seas así de suertudo, ven a verme. Y podemos hablar si Greg Marinovich se merece el Pulitzer o no.
Jimmy – Tranquilo mano, sólo estaba diciendo5.

[Mi (holgadísima) traducción del diálogo pierde mucho. Tras el corte (al final del post), la transcripción en inglés, original de la película].
Nunca he hecho en fotografía de conflicto (como tal), pero siempre hay escenarios que en mayor o menor medida queden adhoc con este diálogo, que expone 4 puntos para tomar una buena foto (y un último importantísimo para la vida):

1 – Estar en el lugar

El tema de la distancia lo resume Robert Capa: “si tus fotos no son suficientemente buenas, es por que no estas suficientemente cerca”. Esa cascada chingonsísima que recuerdas de algún viaje a Real de Catorce, no va a pasar entre tu sala y comedor (a menos que hayas sido primer ministro ucraniano), ni por Churubusco. Hay que ir y buscarle.

2 – Sí, [algo de] suerte (pero la suerte se busca)

Que un pájaro en vuelo se meta a cuadro, que un coche en la noche barra lumínicamente tu long exposure, que pase una estrella fugaz, que alguien de la multitud voltee a la cámara y automáticamente se convierta en el sujeto… y entonces ¡click!

3 – Ninguna cámara encuadra la escena sola

Ojo, además: visor (o mirilla), no pantalla. El visor hace que el fotógrafo reduzca su mundo a un cuadrado cerrado, evitando muchísima contaminación, distracciones y detallando cada toma sin luces, brillos ni movimiento ajeno. Desconfío a priori de quien se dice fotógrafo y usa una reflex tomando fotos desde la pantalla.

4 – Saber usar la cámara

Ninguna cámara (aún) sabe decidir cuál es el mejor punto de foco, dónde medir exactamente la luz en el cuadro (que no sea el centro o todo el promedio de toda la escena), cuál es la apertura óptima para la escena que se desea retratar. ¿Sobre o subexponer?

anónimo con sombrero

5 – (extra) pagar las chelas

Saber cuándo se ha perdido una discusión (o dicho una pendejada) y para salvar lo que quede de honra, haya que pagar las chelas.


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La Carrera Panamericana


Frente a la alameda de la Ciudad de México están estacionados más de setenta autos clásicos preparados para competencia. Enmarcada por el potentente rugido de sus motores; Mustangs, Oldsmobiles, Prosches, Volvos, Triumph (sí, también hacían coches), una impresionante caravana de autos de colección acaban de cruzar la ciudad desde la entrada de Puebla y terminaron la etapa de tránsito en el arco de llegada que está instalado justo enfrente del imponente Palacio de Bellas Artes. Termina el cuarto día de competencia de La Carrera Panamericana edición 2013 que tras varios años de ausencia, pasa de nuevo por la capital del país.

Las tripulaciones de una veintena de países apagan motores, se deshacen de cascos, HANS devices y guantes para intercambiar con sus mecánicos los pormenores del día mientras una nutrida multitud de espectadores camina junto a ellos tomándose fotos con autos y tripulaciones. La distracción de la foto provoca que los pilotos se den cuenta del inesperado espectáculo que tienen ante sí: el majestuoso centro de la ciudad de los palacios engalanado especialmente para recibirlos.

No es para menos. Una de las carreras en carretera abierta (open road race) más importantes del mundo, y para muchos la más clásica de todas, celebra su vigésimo sexta edición más fuerte que nunca.
La historia se remonta a 1950, cuando el gobierno federal organizó la primera edición de La Carrera Panamericana celebrando el recién concluído tramo nacional de la carretera Panamericana (que recorre el país desde Tuxtla Gutiérrez hasta Ciudad Juárez), con el propósito de atraer la mirada internacional al país e inmediatamente se volvió centro de atención en el ambiente automovilístico internacional. Las más importantes armadoras tanto americanas como europeas mandaron equipos oficiales a competir, considerando esta carrera como un inmejorable campo de batalla para celebrar su marcada rivalidad. Es en esta primera época de La Carrera, cuando compiten en México pilotos de la talla de Juan Manuel Fangio (el más grande corredor de todos los tiempos), Piero Taruffi, Felice Bonetto (quien pierde la vida en la edición 4 de la carrera), Phil Hill, entre muchas otras celebridades del momento.
Debido a serios problemas de seguridad que derivaron en varios accidentes fatales, la celebración anual de la carrera es suspendida indefinidamente hasta que en 1988 un grupo de entusiastas del automovilismo deportivo logra organizar la edición para ese mismo año, inaugurando así la segunda época de La Carrera Panamericana.
La importancia de esta justa se entiende fácilmente cuando marcas de renombre internacional la citan como inspiración para nombrar sus productos, como entre muchos otros es el caso de los modelos Carrera de Porsche (1970’s), los lentes Carrera (1956) y la legendaria serie de cronógrafos Carrera de Tag Heuer (marzo de 1962) [acá un increíble artículo con la historia y profundo análisis del primer cronógrafo Carrera].
Medio siglo después, la importante casa relojera suiza TAG Heuer celebra esta vieja amistad y los 50 años de la colección presentando (a la fecha) dos series limitadas de 250 piezas del cronógrafo Carrera, la primera en el 2012 y una segunda en el 2013. Para este último, un inponente cronógrafo Calibre 1887 con piñón oscilante, el orgullo de la marca, pespuntes en rojo y carátula en negro, lleva orgulloso el sello de La Carrera Panamericana.
Esta segunda época de La Carrera Panamericana celebra año con año un homenaje al espíritu con el que fue concebida originalmente La Carrera y aunque exige los más altos y actualizados estándares de seguridad de competencia automovilística, respeta las categorías y los años de fabricación de modelos que pueden participar. Se compite por puro amor al deporte; no puntúa en ningún serial y no hay premio económico alguno, pero el orgullo de sólo terminarla infla orgulloso el pecho de quien lo logre.

Sí, aunque la ruta, la tecnología, los coches y muchas cosas más alrededor de la carrera han cambiado en este medio siglo de historia, prevalece lo más importante de todo: la férrea competencia entre la dupla hombre-máquina en contra del tiempo.
[20 fotos en todo el post, 15 a partir de este punto]


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