Cubierto –literalmente– por la selva, al sur del estado de Quintana Roo, están las impresionantes ruinas de una ciudad maya especialmente importante sobre la cual, aún yacen muchas incógnitas: Dzibanché.
Sin conocer el nombre original de esta ciudad cuyos primeros asentamientos datan del año 250 de nuestra era, fue bautizada por el explorador inglés Thomas Gann como “Dzibanché”, que se traduce, literalmente, “escrito sobre madera” tras encontrar un dintel de madera con inscripciones en él.
Entre los años 250 y 600 de nuestra –durante el periodo clásico maya– era se convirtió en una ciudad en forma, con templos y áreas públicas, fue entre los años 600 y 800 que detonó como gran urbe, con barrios agrupados, templos, plazas y canales artificiales para garantizar el acceso común al agua rigiendo políticamente la zona. Incluso en el posclásico maya, posterior al año 1000 de nuestra era, la ciudad mostraba aún mucha actividad.
La visita a Dzibanché
A mediados de mayo (2019) durante los viajes que estuve haciendo a la península, hospedándome en Bacalar, me tomé un día entero para conocer las ruinas. A hora y media de la ciudad hice una escala en el balneario público de Xul-Ha y de allí, sin una sola gasolinera abierta en la ruta (OJO, obvio lo descubrí a la mala) directo a Dzibanché. Pagué la entrada ($60 pesos) y con sólo entrar comprobé mi sospecha: era el único visitante en ese momento en el sitio. Belleza.
Conforme caminaba me di cuenta que uno de los señores que vi en la caseta/taquilla iba caminando unos metros atrás de mí, “no me voy a robar una pirámide”, pensé, pero entendí que siempre hay imbéciles que joden por joder lo que no es suyo, onda grafitear “el yeison hestubo akí”. Tristemente no tardé en darme cuenta que la vigilancia constante es más que necesaria.
Poco a poco empezamos a platicar. Don Rafael trabaja en el sitio desde el momento que empezaron las excavaciones en 1990. Primero como asistente de excavador, pero a los pocos meses como excavador, conoce el lugar como la palma de su mano. Haciéndome notar cuando, caminando por mi cuenta, pasaba por algo algún punto o detalle importante: frescos aún con color, formas humanas en las construcciones,… Y así, terminé con el mejor posible guía de un sitio arqueológico que tenía para mí solo.
Don Rafael me explicó algo que tenía mucho tiempo sin entender bien: el proceso de excavación y mantenimiento de un sitio, el cual, tiene un paso que siempre me había quedado duda: la consolidación. Una vez descubiertas y con el estudio topográfico de la zona, un edificio es desmantelado removiendo cada piedra marcándola y catalogándola una a una. El hecho de que no haya ningún tipo de mortero permanente en la construcción o ensamblaje original facilita las cosas. Posteriormente, limpias son vueltas a poner en exactamente la misma posición en la que estaban, agregándole mortero (cemento) para que el edificio aguante más y mejor el tiempo y la misma selva que intenta comérselo.
Algunos árboles que empezaron a crecer –hace siglos– sobre los edificios fueron respetados como parte del paisaje, y el espectáculo es increíble.
Una sorpresa fue conocer la increíble orquídea endémica Myrmecophila christinae:
Plano de sitio Dzibanché
Este video del INAH es bastante conciso
Cámara Fuji X-T30
Todas las fotos en este post fueron tomadas con la cámara Fuji X-T30 que FujiFilm México amablemente me prestó para este viaje, el resultado habla por sí solo de la calidad del equipo.
1. plano y notas del artículo El estilo Río Bec visto desde Dzibanché y Kohunlich, completo acá.
Y qué lente usaste? Se ven super shidas!
Gracias!! Traía varios, un 50mm, un 18mm…
Totalmente! son imagenes excepcionales! y al ser tomadas por ellos ademas son originales!
Wow que imagenes tan geniales! gracias por compartirlas, sobre todo para aquellos que no vivimos en ese pais y todo esto nos parece muy cultural, ancestral e interesante…Un abrazo!