Viaje hecho en enero del 2015. Sugerencia de soundtrack: Nadine Bras Google Music – Spotify.
Me debía Lisboa desde hace muchos, muchos años. Encontrar un vuelo a buen precio desde Barcelona fue el detonante y a la beco®: inguesumá… compré el boleto, ya luego conseguiría todo lo demás.
Para este viaje tuve dos increíbles guías, una cultural y el otro, uno de mis mejores amigos que aunque vive en Barcelona, es de Lisboa; un gran conocedor de la vida nocturna y los alrededores. Con sólo aterrizar en Lisboa fue ir a desayunar con M., española que desde hace varios años vive en la ciudad, amiga de amigos. En sólo un par de horas me dio una excelente perspectiva de la ciudad, desde su historia, su forma de vida, su día a día y, más importante para mí en ese momento, su noche a noche.
Reconstruida sobre sus propias ruinas tras un terremoto calculado entre 8.5º y 9º Richter a mediados del siglo XVIII, el nuevo trazado urbano muy obvio en la zona baja de la ciudad, es bastante moderno y práctico. Pero Lisboa presenta una geografía muy accidentada, enclavada entre laderas y colinas, cuya salida al Atlántico a través del río Tajo, marcó su historia. Las calles y callejones pueden ser muy empinados, razón, me explicaban, de tantas y tan vistosas líneas de tranvías, medio de transporte tan representativo de la ciudad.
Lisboa rinde un permanente tributo en cada esquina al café y a los libros (al papel, en realidad). La ciudad está llena de librerías y tiendas de cuadernos o lienzos de papel de increíble calidad. Entras, te pierdes un rato entre libros, escoges uno o dos y después sales para a menos de 10 metros, seguro, encontrar una buena cafetería para sentarte y empezar a leerlo.
La leyenda dice que los romanos fundaron un asentamiento bajo siete laderas y de allí nace Lisboa. Lisboa, vanidosa como esa gran mujer que es, te ve y se ve, más aún, te ve –y ni siquiera se sonroja– mientras la ves. Desde cada ladera hay algún mirador, parques que colindan al vacío, que permite ver buena parte de la ciudad. Ver, por ejemplo, desde alguna ladera al oeste, con el sol del atardecer detrás, cómo ilumina los barrios sobre las faldas al otro lado de la ciudad tiene un encanto muy particular.
Arte Urbano
Lisboa está tapizada de graffiti, pintas cada par de paredes, algunos realmente increíbles, otros… totalmente olvidables. La ciudad entera es un lienzo para la protesta en forma de arte, hoja en blanco para poemas (clásicos o no) transcritos sobre paredes, jardineras, banquetas, troncos de árboles… La ciudad tiene el arte y la protesta muy a flor de piel.
De noche
Escuché varias versiones del origen del Fado, ese canto que cada nota es un lamento tan sentido, que no importa que entiendas o no la letra, te llega. Una de las más interesantes que escuché es que en portugués no se puede conjugar como en español con el «hubiera», “hubiéramos sido felices”, “si no te hubieras ido” por lo que ese dolor, que además tiene un nombre particular “saudades” se canta. Y como en Buenos Aires con el Tango, en Lisboa hay infinidad de lugares para escuchar Fado, unos son trampas de turistas, otros no. Uno de los que más me recomendaron fue O Povo (El Pueblo) y no me defraudó en lo más mínimo. Tan local que no todos los meseros hablaban inglés y entre portugués muy machucado y español, me hacía entender (al fin: decir “servesha” con tonito cantado, me abría innumerables puertas). Fue allí donde con algo de suerte, tras su presentación en el escenario, conocí a Nadine Brás, cantante local de Fado cuyas recomendaciones de la ciudad fueron impresionantes.
Cerca, hay un restaurante famoso llamado Sol e Pesca, una tienda de útiles de pesca (cañas, anzuelos, curricanes, carnadas, …) que además vende latería para servir allí mismo. Señalas de los estantes qué latas quieres (mejillones, ostiones, caracol de mar, …) y te la sirven con tu cerveza o vino verde en la mesa. Lugar único, jamás había visto algo así.
Un poco más lejos del centro (indicado en el mapa de abajo), más a la usanza actual: el legendario Mercado da Ribeira fue intervenido y modificado de su formato de mercado clásico, al tan usado recientemente modelo de centro de restaurantes: mesas al centro de la nave y decenas de opciones de restaurantes a las orillas. Aunque hay comida de todo tipo, es un gran lugar para probar la oferta culinaria local.

Habían dos bebidas muy locales que me recomendaron mucho probar y lo hice, además claro, del vino verde (vino muy joven y ligero) y del vino de Oporto (vino muy generoso con tonos dulces), que no son tal cual de Lisboa, pero sí portugueses. En fin, me tocó probar la Pontapé na Cona (patada en el coño, tal cual), una bebida hecha con café y cerveza (sí, como se oye) y una bebida a base de cereza ácida: la Ginjinha, muy rica, pero que a nadie le desearía una cruda de esta delicia.

Cerca de Lisboa
Belém
Durante varios siglos Portugal fue un notable imperio naval, y cuna de grandes aventureros (Magallanes, Vasco de Gama,… basta ver cuántos Portugueses hay en esta –mal editada– lista), con colonias por todo el mundo desde África hasta América, creando la primer ruta marítima entre Europa y la India.
A unos 30 minutos en tren del centro de Lisboa, está Belém, internacionalmente conocida por sus famosos e increíbles pasteles de nata (pastéis de Belém) pero el viaje vale la pena además, por los dos edificios emblemáticos de la zona: el monasterio de los jerónimos, la torre de defensa y el monumento a los descubridores (con una emotiva zona en memoria a los soldados caídos en ultramar).
Sintra
A poco menos de una hora en tren desde Lisboa, está un pequeño, legendario y colorido pueblo que –entre otros habitantes ilustres– durante años fue residencia de verano de la monarquía portuguesa. Con edificios medievales por todos lados y algunos yacimientos arqueológicos, tiene un paisaje urbano único, al grado que actualmente su vista cultural es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO.
Como nota personal, tengo que decir que un día basta y sobra; es un viaje de un día (ida y vuelta) desde Lisboa, aunque muy bonito, pasar la noche sin más planes, puede ser caro.
Como dato de un inculto: durante muchos años creí que Sintra era un lugar inventado como tétrico escenario para, primero, la novela el Club Dumas y luego la adaptación cinematográfica que reúne a Polanski y Johnny Depp, titulada “La Novena Puerta”, pero, pues resulta que no.
Cascais
Este pequeño pueblo costero se encuentra en el delta del río Tajo y el Océano Atlántico, sus vistas son majestuosas, pero lo más impresionante es la fuerza con la que el mar golpea su playa llena de enormes rocas. Vale la pena un caminar un par de horas por la costera, buscar un café y sentarse a tomar una cerveza al aire libre escuchando las olas golpear tierra.
Mapa práctico de Lisboa
Notación:
Rojo – Puntos de Interés (POI’s), lugares o zonas que vale la pena conocer
Azul – Restaurantes y/o bares, dónde comer o echar una chela
Verde – Miradores, plazas abiertas con buena vista a la ciudad
Lisboa espera por ti
Lisboa Espera Por Ti
De mis ciudades favoritas. Leerte me hizo recordar tanto. Y el fado es una belleza. Abrazo!
En sólo dos días se volvió, también, una de mis ciudades favoritas, es bru-tal!!! Un gustazo saludarte, un abrazo de vuelta!!
I love it!!! I would recommend your words to everyone who wants to visit the city. You understood very well the beauty of the city. It’s a city that keeps surprising me. I wish we could repeat this day in Lisbon again!
Lets, please, do! At least we could start planning 🙂