En Bogotá todo es amabilidad, lo es tanto que a veces para hablar con ellos de la misma forma, incluso como mexicano, cuesta trabajo, uno siente que está siendo muy rudo.
He de decir que tengo sentimientos encontrados, pues no había ni siquiera terminado de llegar a la ciudad cuando ya me habían asaltado a punta de pistola (a plena luz del día), eso sí, con toda amabilidad mire, no queremos causarle problemas, sólo queremos su dinero me dijo un supuesto policía con su compañera en mano (una Glock que no quise averiguar qué tan real era). Lo bueno, lo que más se llevó fueron cheques de viajero que ya recuperé, lo malo, los dólares que ni adiós les pude decir. Todavía el wey tiene el descaro de intentar despedirse de mano, nomás le faltó preguntarme si también uso facebook pa que le platicara de mi viaje. Eso sí, cuando se enteraron mis amigos de allá, se desvivieron (literalmente) por que pasara el trago amargo rápido pero la verdad no había terminado de contárselos cuando ya la verdad me importaba poco, no porque nade en billetes, sino ¿para qué amargarme el viaje en las primeras horas?
Marica!
Como en cualquier regionalización del español (o de cualquier otro idioma), hay palabras y términos bastante locales y para otros se nos puede hacer muy chistosos, si de repente escuchas “Marica! necesito que me haga un catorce” la cara de WTF puede ser verdaderamente astronómica, cuando la traducción al mexicano común y corriente es “wey, necesito que me hagas un paro“.
Al menos con el mexicano, hay términos (diferentes) para muchos casos similares: mamera es hueva, hueva es pendejez, catorce es un paro o favor, guaro es aguardiente, guayabo es cruda, pero si es guayabo de guaro entonces es un Señor ijueputa guayabo, créanme… Por lo que la conversación, aclarando algunos puntos lingüísticos, puede ser bastante fluída e increíblemente coloquial.
Guatavita
Lo que hice fue hacer base en Bogotá y como tenía coche y guía aproveché para hacer recorridos a los alrededores y el primero, con sólo llegar fue Guatavita.
Originalmente el plan era ir a ver la laguna de Guatavita en un cráter que no se sabe a la fecha si es meteórico o volcánico, pero por la hora llegamos primero al pueblo, unos kilómetros abajo donde está la represa (enorme) de Guatavita. El pueblo es nuevo pues el original está a varios metros debajo del agua de la represa. Esta segunda versión del pueblo es bonito, muy típico de Cundinamarca: casas blancas con chimeneas, calles adoquinadas y un centro no tan histórico muy bien logrado.
Es aquí, en el lago original donde nace una de las leyendas de El Dorado, aunque una vuelta por wikipedia uno se da cuenta de las catastróficas empresas que han habido para drenar el lago y encontrar el oro.
Aquí poco pudimos hacer pues un pinche gringo que iba en un papel de chopin queen nos nefasteó el paseo durísimo. Habrá que regresar.
Zipaquirá
A unos 40 kms al norte de Bogotá esta Zipaquirá o Zipa, un pueblo muy simpático cuya actividad más importante es la minería de sal, en cuya mina (aún activa, con reservas para unos 500 años más) se encuentra la mayor atracción de la zona: La Catedral de Sal. Para llegar hay varias rutas de camión o, desde Bogotá (los fines de semana) sale un tren turístico, probablemente uno de los últimos trenes de vapor aún en servicio del mundo.
En las naves gastadas de la mina, casi 200 metros bajo tierra se construyó la nueva Catedral de Zipaquirá, pues por motivos que varían desde problemas estructurales a tesoros enterrados, la antigua catedral tuvo que ser derrumbada. Esta nueva catedral esta tallada adentro de la mina, de piedra y sal son sus muros. La nave principal tiene 25 metros de alto y sobra decir que la luz (artificial, evidentemente) en contacto con la sal crea efectos impresionantes. Como fue una mudanza de lugar de la catedral, muchas esculturas con historia de la catedral original, fueron colocados aquí y hay algunas bastante interesantes entre ellas, como una Piedad cuyos rostros son muy autóctonos, el Ángel Guardián del italiano Ludovico Consorte o la enorme cruz principal que a base de vacíos y luces se impone en la nave principal.
Es simpático, cómo ciertos efectos energéticos (no new agers por favor) las baterías como de celulares, iPods o cámaras se descargan mucho más rápido de lo normal.
Bogotá
A diferencia de muchas ciudades, el cuadro principal de la Bogotá, está en una orilla, casi en una esquina. A cada flanco de la plaza principal están la Catedral, el palacio de Justicia, reconstruído tras los eventos de 1985, el palacio de gobierno local y la sede del congreso. Como visitante me impresionó lo limpias que estaban las calles y lo parecido que es el movimiento humano al de la ciudad de México (a su vez, compartiendo muchos elementos con el de tantos países latinoamericanos).
A una cuadra está la casa de Nariño, o casa presindencial que por cuestiones que no entendí no pudimos pasar ni cerca pues al parecer había o habría algún evento muy acá.
La ciudad está en las faldas y valles de la cordillera y uno de los picos más importantes es Montserrate, desde cuya iglesia tiene pinta de ser más turística que funcional, las vistas de todo Bogotá son impresionantes, en primer plano la zona más moderna y edificios altos, al lado del cuadro principal, la candelaria. Lo que vale muchísimo la pena, si no se sufre de pánico a las alturas, es el funicular, todo un espectáculo per se.
En Bogotá hay un punto que hasta la Lonely Planet hace una pausa de casi una página es Andrés Carne de Res (donde se acuestan dos y amanecen tres), creo que no hay ninguna forma correcta de describirlo. A ver, es un restaurante, es un bar, es una pista de baile, es un edificio de 5 pisos, es un lugar kitsch (mucho), es como el boceto de una obra conjunta cuando estaban pedos (de absenta) Dalí, Picaso y Frida Kahlo. Definitivamente es un must en Chía (el original, a 30 minutos de Bogotá o el de Bogotá). Eso sí, entrar es difícil (por la cantidad de gente que hay), cuando fui hicieron reservación unos días antes y originalmente sólo consiguieron barra.
Yo me estaba quedando del otro lado de la ciudad, donde termina la Circunvalar (avenida que no quisiera pasar en lluvia fuerte o neblina otra vez, cuyas curvas son una invitación expresa a despeñarte). Cerca del parque de la 93 fue por donde más salí a chelear y pendejear (de rumba).
Desde la misma Circunvalar, puedes desviarte hacia La Calera, para en la noche sentarte a ver la ciudad desde otro punto de la cordillera echándote un canelazo (anís preparado con azúcar y canela, caliente) o una buena Club Colombia, entre hippies tocando la guitarra, vendiéndote de todo y coches que pasan a tu espalda casi rasurándote la nuca.
Museos
Por el tiempo que estuve, sólo tuve tiempo de entrar a dos, pero creo que fueron la elección correcta.
El museo del Oro presenta de forma muy clara la historia de Colombia usando como vehículo la tradici
ón minera del país, que en muchos aspectos: qué grande es. Desde los primeros asentamientos y cómo empezaron a malear metales para crear herramientas, hasta ver los ajuares más impresionantes de los pueblos locales antes de la colonización como los muiscas (pueblo que se asentó en lo que ahora es Bogotá). Está perfectamente organizado, guiado y explicado. Definitivamente en Bogotá es un must. Al final del recorrido (supuestamente) hay un espectáculo audiovisual donde a base de luces y música en un ambiente completamente oscuro, van iluminando diferentes piezas de oro y esmeraldas verdaderamente impresionantes.
Por otro lado, casi de casualidad dí con el museo de Botero, cuya obra no me termina de fascinar, pero la colección es impresionantemente amplia tanto de obras del autor, como su colección privada. El mismo Botero donó en el 2000 esta colección al Banco de la República e incluye tanto obras de su autoría como su colección personal. Definitivamente vale la pena, más siendo gratis, aunque Botero no sea tu hit.
¡Hasta la próxima!
Como de una u otra forma tengo por (mala) costumbre, la salida al aeropuerto fue bastante cardíaca. Era de esperarse, se me cruzaron unas chelas con muy buena plática y contínuos “pero ya quédese marica, mire se va mañana en el mismo vuelo, en fin, qué mas dá? Además qué mamera el trancón que habrá para Eldorado!” en la Zona T y salí rayando al aeropuerto para llegar tarde y si no es por una empleada de Avianca, me quedo varado en Bogotá, que malo no hubiera sido, me cae.
Fantástico el post!!
Sigue viviendo todas esas maravillosas experiencias sureñas… Llegarás rico, mucho más rico que como te fuiste (aunque te hayan asaltado)
TE EXTRAÑO
Genial, me hiciste reir y revivir….
Un solo comentario, donde te tomaste el canelazo se llama LA CALERA.
Te esperamos
TATO
Mijo, hace mucho no comento pero ahora, hasta vale la pena =P
La club colombia es bien buena, pero para chelas locales hubieras probado la Poker… hace ver a la Tecate y la Sol Brava como cervezas de calidad!!!
No sabía que te habían asaltado, pero me imagino las palabras del cabrón… “Mire, necesito que me colabore un poco, ya que no quiero causar a usted daño alguno…”
De las expresiones locales te faltó una que estoy seguro que has vivido varias veces en el viaje… el famosísimo guayabo (o has estado enguayabado)
Ahora, sólo una pregunta… Subiste a Monserrate por funicular huevón??? Mínimo hubieras subido a pata y bajar en el funicular. Y qué tal Andrés carne de res?
Un abrazo!
aaaaaay, qué bonitoooooooooo!!
Yo también quiero andar donde usté anda, cómo ve ir a Colombia con una párvulita??
Me encantó lo del asalto : P
Y no fue a un lugar donde le llaman a una pendeja en buen plan?. Tengo una amiga colombiana residente en Los Cabos, que aún después de 15 de conocerla, que me diga “oiga pendeja, cómo está?”, me saca de onda.
@tato: corregido, mil gracias! nos vemos pronto!
@nacho: agregadas, tenías toda la razón. Para Montserrate estaba cerrada la vereda, era funicular o funicular, no había más. Lo del guayabo, pues qué decir… no era la primera y seguro no será la última.
@arch190: jajaja, claro, cualquiera puede ser un pendejo, incluso en el buen sentido, jaja. Lo de la niña, no veo por qué no, pero tampoco es que me fije mucho, pero no creo que tengas problemas.
Saludos!
Aich… siento mucho lo del atraco… pero dónde pasó? Bueno, de todas formas veo que al final la pasate bién. Tienes que volver pero cuando yo esté allí 🙂
Es que las cosas en Bogata estan realmente mal, parece una pelicula hobre.
Sólo te falto una foto de la Glock. Me alegro que no pasara nada. Me has hecho recordar los buenos momentos vividos en Colombia
He vivido en Bogotá los últimos 23 años de mi vida y jamás me han sacado un arma, menos una glock, me visto bien y a veces saco el blackberry en la calle, asi que no es que ande asustado por todo lado, me podrías decir en que parte exactamente te robaron?
y conocen el termino guayola?? osea guayabo con parola, y parola es una ereccion entonces imaginaran
Por lo que tengo entendido es una ciudad peligrosa