Durante muchos años creí que “persistente equis de los destinos”, refiriéndose a la X en México era frase de Octavio Paz. En realidad no tengo ni idea dónde la conocí. Pero no, es obra de el gran Alfonso Reyes en “Figura de México” (16 de septiembre, 1949).
Y esta es la poesía completa
La verdad no padece porque la digan muchos,
y es suerte que a los lerdos persuada y a los duchos.
Nadie ignora que México vuelca su cornucopia —
— irónica figura, naturaleza propia —
sobre las ensanchadas tierras del Septentrión,
para mejor servirlas con su contribución.
Pero hay otros misterios en su geografía
que, por ventura nuestra, se aclaran cada día.
Con el sajón arriba, con el latino abajo,
hace de centinela, aunque no sin trabajo.
¡Y ojalá que concilie desigualdad tamaña
que todo lo confunde y todo lo enmaraña!
Paso de los efluvios entre uno y otro mar,
de Oriente y de Occidente solicitado al par,
tiende su masa oblicua por los contrarios puntos
y alarga sendos brazos para enlazarlos juntos.
¡Puedan Europa y Asia ceder al mismo imán
por Baja California o bien por Yucatán!
Tal es el jeroglifo que esconde la figura,
que confirma la historia, que ostenta la escritura
en esa persistente equis de los destinos
estrella de los rumbos, cruce de los caminos.
Si tiene algún sentido la cara del planeta,
el sabio lo interrogue y suéñelo el poeta.
Por cierto, acá hay una buena traducción al inglés.